Muestra

 El viernes 17 de noviembre amaneció caótico, con compañeros enfermos y muebles a medio armar, o directamente inexistentes.  Y siendo las quince horas, todavía no había marco, pieza central de la experiencia. Con una extensión del plazo hasta las diecinueve horas, buena voluntad y gente con ganas de correr, fue posible alcanzar el nuevo horario, con un objeto en nuestras manos salido directamente de nuestros sueños.

 

Las dos horas que duró la muestra pudimos observar la reacción de las personas y la forma en la cual se acercaban a la experiencia, y cómo lo dialógico implícito de la obra los reunió a vivenciar la instalación de a pares. Algo fortuito que sucedió con el marco fue que, este permitió pasar halos de luz hacia arriba y proyectar en el techo y la pared contigua un símil golden hour, que se formó de la mezcla de la luz azul y la amarrilla naranja. En una de las muchas reuniones, se habló de las auroras boreales, y su significancia para los pueblos originarios noruegos. La leyenda habla de una conexión con los muertos, que nos bailan en el cielo. Un dato de color, algo que quedó en el tintero, se eliminó por lo dificultoso de su realización y salió de casualidad. 












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